jueves, 14 de marzo de 2013

Historia de Hyspania

Majestad, la historia del Reino de Hyspania es larga y convulsa. Los primeros habitantes de la península fueron los íberos y los celtas, que luchaban sus guerras y tenían sus conflictos, pero de los que se sabe muy poco. Los íberos parecen los más extendidos, mientras que los celtas ocuparían el noroeste de la península.

En cualquier caso, ambas tribus fueron destruidas primero por la invasión de los cartagineses en torno al año 320 antes de Nuestro Señor, seguidos rápidamente por los romanos sólo cinco años más tarde. Ambas naciones transformaron la península en un masivo campo de batalla que acabó con la victoria romana y la posterior romanización, como nos ocurrió a nosotros. Los romanos explotaron la provincia durante aproximadamente 500 años, extrayendo su oro y plata, asi como alimentos para la propia Roma. Sin duda, fue el periodo de paz más largo que la península haya vivido, e incluyó la cristianización de toda la península cuando el Imperio adoptó esta religión como la única oficial.

Pero los godos harían añicos eso. Tras participar en la conquista de nuestra Galia junto a los francos y quedarse sin tierras, los godos prosiguieron hacia el sur y conquistaron la península en el año 256 después de Nuestro Señor. Pero los godos no creían en un gobierno centralizado, sino que las ocho mayores tribus se repartieron el territorio, y sus líderes tomaron el nombre de Duques. Estos ocho duques se peleaban entre si para ver quien de ellos se convertía en Rey de cada vez, resultando un periodo muy convulso  de guerras, intrigas y asesinatos. A diferencia de la Corona, los Duques si legaban sus títulos directamente a sus hijos, de modo que en gran medida funcionó como ocho reinos distintos.

En el año 378 de Nuestro Señor, la casa ducal que habitaba al sur de la Península solicitó a los infieles musulmanes del otro lado del Estrecho ayuda en las guerras para hacerse con la Corona. Los infieles eran tribus guerreras, que habían conquistado todo desde Tierra Santa hasta ahí, y se habían quedado sin tierras que conquistar, de modo que aceptaron encantados la oferta y cruzaron el Estrecho. Pero, en contra de lo que el duque godo esperaba, los infieles no se limitaron a conquistar para él la Corona y marcharse, sino que conquistaron la mayor parte de la península y se la quedaron, incluso llegarían con el tiempo a amenazar nuestra propia Francia.

De las ocho casas ducales de los tiempos godos, sólo tres sobrevivieron, enormemente reducidas y debilitadas: los Jovellanos en el noroeste, los Alarcón en el norte, y los Cruilles en el nordeste. Todas atrincheradas en las montañas donde la caballería infiel era más débil. Débiles y destruidas las casas, el Reino de Hyspania se sumió en la oscuridad y careció de Rey. Sin embargo, los infieles cometieron el mismo error que los godos, y tras una serie de crisis políticas internas, en el año 776 de Nuestro Señor, su poderoso reino se fragmentó en un gran número de pequeños reinos, llamados taifas.

Ante la debilidad del infiel, en el año 834 de Nuestro Señor, Pelayo, Duque de la Casa Jovellanos, comenzó lo que llaman la Reconquista. Aunque había habido numerosas escaramuzas anteriores y batallas, no fue hasta su llegada que se comienza a retomar las tierras que los musulmanes habían perdido previamente, y a reconquistar las distintas taifas. Siguiendo su impulso, aunque con menor éxito, la Casa Cruilles y la Casa Alarcón se unieron a la Reconquista, y la época de oscuridad del dominio infiel comenzó a aproximarse hacia su fin.

Pelayo se convirtió en Pelayo I cuando reclamó la Corona para si del Reino de Hyspania, y los otros dos duques no tuvieron el valor ni las fuerzas para oponerse. Pero, más allá de eso, Pelayo I hizo que la corona, como el ducado, fuese hereditaria, de modo que sus hijos la heredarían sin pasar por los conflictos que acabaron destruyendo el reino godo del que eran herederos. Y asi, en medio de incesantes batallas contra las taifas, se sucedieron los primeros reinados de nuevo cristianos. Hasta que llegó el periodo conocido como la Herencia de Dos Hermanos, que acabaría partiendo la Casa Jovellanos en dos debido a la complicada sucesión, y daría luz al Reino de Portugal.

Ante la debilidad de la Casa Jovellanos, la Casa Alarcón les forzó a entregarles la Corona, y a partir de entonces los Jovellanos volvieron a ser duques tan sólo. Era el año de Nuestro Señor de 893,  y ante la caída de las taifas del norte, los musulmanes se dividieron aún más entre los que se rendían y convertían en vasallos de los cristianos, los que se enfrentaban, y los que se enfrentaban contra otros musulmanes por incrementar su poder. La Reconquista avanzó más rápidamente, y para el año 973 de Nuestro Señor la Casa Alarcón había crecido tanto que su territorio era ingobernable, de modo que debió crearse un nuevo ducado, que fue para la Casa Medinaceli.

Esto no detuvo la Reconquista, sino que la mantuvo avanzando a medida que más y más taifas veían sus lunas sustituidas por cruces. Para el año de Nuestro Señor de 1155, prácticamente toda la península había sido reconquistada. Tanto es así que el Rey Alarcón decidió de nuevo partir sus territorios para crear un nuevo ducado, al sur, entregado a la Casa Alba. Es el comienzo del declive de la dinastía Alarcón, que se vería cada vez más superada por los problemas del Reino y más incapaz de hacerles frente. Lo cual, eventualmente, llevó a la declaración de la Guerra de los Arados, entre los Alba y los Cruilles, en torno al Año de Nuestro Señor de 1188.

Esta guerra fue larga y cruenta, y complicada, con numerosos eventos y fases. Pero finalmente acabó uniendo a todas las Casas detrás de los Medinaceli cuando estos exigieron a los Alarcón que les entregasen la Corona. Era el año de Nuestro Señor de 1216, y con este se inaugura la tercera dinastía de reyes de Hyspania, la cual gobierna en la actualidad. Los Medinaceli supieron solucionar los conflictos de la Guerra de los Arados creando una nueva Casa protegida por ellos, los Olivares, a partir de territorio Cruilles. Ante la creciente debilidad de los Cruilles, sus vasallos los Condes Musoles declararon su independencia en el Año de Nuestro Señor de 1234, dejando la Casa Cruilles reducida entre ambas independencias a dos tercios de su enorme tamaño original.

Finalmente, hace tan sólo cinco años, en el verano del Año de Nuestro Señor de 1288, los Alba finalmente conquistaron la última taifa restante: Granada. Y, con ella, la península ha vuelto a ser completamente cristiana. Han sido cinco años de reconstrucción y estabilización, de volver a tender lazos y puentes sobre un Reino que llevaba casi un milenio en posesión musulmana. Pero todo apunta, como bien sabéis Majestad, a que ese periodo de paz y equilibrio se aproxima a su fin. Los hyspanos son guerreros, no están habituados a la paz, y los presagios señalan tormentas de sangre y acero en el horizonte.

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