lunes, 26 de diciembre de 2016

Toledo, la Ciudad de la Corona o de las Mil Rameras

Toledo es la capital del Reino y, desde el asceno a la Corona de la Casa Medinaceli, ha visto su poderío crecer acorde. Para Hyspania es una ciudad enorme, con casi 300 mil almas, alcanzando un tamaño con el que solo pueden compararse Barcelona y acaso Córdoba si recuperase su antiguo esplendor musulmán.

A Toledo se accede por tres entradas diferentes, cada una adyacente a uno de los principales distritos. La Puerta del León abre al este de la ciudad y se llama así porque es el camino que conecta con tierras Alarcón y Cruilles; tras la puerta se encuentra buena parte de los distritos comerciales de los gremios de más prestigio, incluyendo los que traen buena parte del grano a sus almacenes así como los dedicados a la ropa y telas. En el exterior de esta puerta se encuentran amplios campos, a menudo dedicados a festividades, justas y otros eventos.

Al norte se encuentra la Puerta del Matamoros, llamada así por ser la que lleva en dirección a Santiago. El distrito norte de la ciudad se encuentra destinado a los gremios que trabajan con cera, con figuras de madera, así como todos los dedicados a buena parte de alojar a los viajeros de menor nivel, con tabernas que mantienen una buena relación entre calidad y precio. También es cierto que, cerca de la muralla norte se encuentra la zona de prostíbulos, porque entre ellos se encuentran algunos de los refugios de placer más caros de la ciudad, algunos con precios de hasta una moneda de oro la noche, especialmente la casa de la Dama Florida, donde solo se admiten "regalos aptos para las señoritas".

La puerta del sur se llama la Puerta de los Impuros, porque se encuentra justo detrás de la judería de la ciudad, colocada extramuros. No contando ese barrio de médicos, usureros y otros hebreos con el que los cristianos no suelen tratar si pueden evitarlo, la zona sur de la ciudad es la dedicada a los barrios más pobres de la ciudad. Es también donde se encuentran los gremios de peor olor, como los curtidores, así como tabernas de dudosa reputación.

El último distrito de la ciudad es el distrito oeste, que es el barrio más noble de la ciudad. Es aquí donde se encuentra el Alcázar, la catedral de la ciudad así como muchas de las casas donde se alojan los nobles que viven en la ciudad, a la sombra de la corte real. Los gremios más asociados a la nobleza, como el de espaderos, también se encuentran en la parte baja de este distrito, el único de todos los sectores de la ciudad que cuenta con calles empedradas. 

Toda la ciudad se encuentra llena de ocasionales iglesias cada pocas calles (según la última cuenta, hay poco más de una veintena de iglesias sin contar la catedral), numerosos mercados (aunque los más grandes y esporádicos se sitúan normalmente en el exterior de la Puerta de los Leones), y puestecitos ambulantes con todo tipo de comidas y productos. Tabernas de todo tipo hay en cada plazoleta, muchas de ellas con mesas en el exterior, y numerosos cristos y santos vigilan a los ciudadanos desde las paredes de las casas o los cruceros en los caminos. 

Por todo ello, la ciudad de Toledo es una ciudad enormemente viva y activa, donde no es raro cruzarse con caballeros montados, damas en sus carruajes, pordioseros y maleantes. Hay zonas de la ciudad relativamente peligrosas, especialmente la zona de la Calle Baja, en las cercanías de la puerta sur, pero la mayor parte de la ciudad es bastante segura para la mayoría de la nobleza. Hay un fenómeno particular de la ciudad de los secretos que es Toledo, que son los mendigos, a menudo llamados ojos; se les llama así porque se encuentran por toda la ciudad, tirados en los portales de sus numerosas iglesias, en los callejones poco salubres o haciendo sonar las campanillas de leprosos en los mercados. Por su presencia en todos lados, a menudo son contratados por todos los miembros de cierta posición o con intereses en la ciudad (nobles o no) como espías para vigilar a sus rivales o competidores, modo en el cual se ganan buena parte de su mantenimiento. 

Las construcciones de la ciudad son de todo tipo. El distrito sur en buena medida se encuentra lleno de edificaciones baratas de madera, con tejados de paja en muchos casos, lo cual lo hace vulnerable al fuego. El resto de la ciudad, incluida la judería, está en buena medida construida de piedra, con tejados de madera. Pero incluso las casas y edificaciones de piedra son muy diferentes entre el distrito noble, donde buena parte de las construcciones son góticas, frente al resto de la ciudad donde en buena medida son edificios más rígidos y pequeños, con varias plantas, aplastados unos contra otros y ventanas pequeñas. Las calles a menudo huelen mal debido a los deshechos vertidos en ellas, y si llueve la ciudad se convierte en un lodazal difícil de atravesar. Desde luego, sean callejas de piedra o madera, todas ellas suelen ser bastante estrechas, quizás para una o dos personas en muchos casos, con portales estrechos y a menudo balcones que se inclinan por encima de las mismas. 

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