lunes, 26 de diciembre de 2016

Barcelona, la Reina del Mar

La ciudad donde se encuentra el trono de la Casa de Cruilles ha sido la puerta al Mediterráneo para toda la península desde los tiempos romanos. Con cerca de 350 mil almas, es la ciudad más poblada de Hyspania, si bien buena parte de la población es flotante, debido a que llegan y marchan en los numerosos barcos a sus muelles y, con ellos, hay un gran trasiego de población. La ciudad misma se asienta sobre varias colinas, y se enreda alrededor de la costa protegida de la bahía de la ciudad, con forma de "C".

La vía principal de acceso a la ciudad es a través del mar y el puerto de la ciudad es segundo a ninguno del Mediterráneo. Decenas de barcos permanecen anclados en los muelle un par de días descargando productos en los numerosos almacenes que rodean la zona, para zarpar a los pocos días llenos con sus nuevas cargas que serán distribuidas por las esquinas del mundo. Decenas de marineros, estibadores y mercaderes son fáciles de encontrar en el distrito portuario, entre sus numerosas tabernas donde se hablan decenas de idiomas y los mercados de la zona donde se venden los productos guardados en los almacenes de los gremios. En el borde sur, vigilando la bahía del puerto, se encuentra el castillo de San Jordi, hogar de los Cruilles y guardián del puerto.

El distrito sudoeste llega desde el distrito del puerto hasta la Puerta del Atardecer y es el más grande de la ciudad. La mayor parte de los gremios se encuentran en esta zona, desde orfebres a cuchilleros o tejedores. También habitan aquí numerosos nobles de la corte Cruilles, debido a la especial relación que guardan los miembro de esta Casa con los mercaderes y comerciantes. Los judíos de la ciudad también viven en esta parte de la misma y son centrales en el comercio por mar gracias a las letras de cambio que garantizan la entrega de bienes y oro a los capitanes asegurados en caso de que pase algo con sus viajes... a cambio de una parte de los beneficios. La catedral de la ciudad se encuentra en este distrito, cerca del centro de la ciudad, y sus agujas solo se ven disputadas por la llamada catedral del mar que están construyendo los estibadores en sus ratos libres. 

El distrito del noroeste es el peor de la ciudad, y llega hasta la Puerta de los Franceses. Gremios de mala reputación, campesinos sin profesión, marineros incapacitados por las heridas para ejercer su trabajo, tabernas ruines y sucias... todos jalonan la peor parte de la ciudad, un lugar peligroso para cualquiera. Se dice que en esta zona habita un sospechoso individuo que, en la sombra, organiza atracos y robos a los barcos poco protegidos del muelle, aunque a menudo se considera más una leyenda que una realidad... pero, por si acaso, como los marinos son gente supersticiosa, todos los barcos anclados en el puerto de Barcelona siempre mantienen a parte de su tripulación para vigilar que no pasa nada.

Las iglesias se encuentran repartidas por toda la ciudad, destacando las torres de la catedral así como las torres en construcción de la catedral del mar. El resto de las edificaciones de toda Barcelona son de piedra, con edificios apretujados, bajos y recios, muchos de ellos bastante antiguos. Las ventanas son pequeñas y estrechas, las casas son sólidas y recias y a menudo cuentan con aleros amplios para proteger a los transeúntes en los numerosos días de lluvia. Como las calles no están empedradas, son prácticamente siempre un lodazal y las gárgolas que jalonan muchos edificios dejan caer regueros de agua sobre los transeúntes que no presten atención a su alrededor.

La ciudad cuenta además con numerosos mercados donde se venden toda suerte de productos, desde los hechos en los gremios locales a los que vienen desde los cuatro rincones del mundo, desde Oriente a Albión o las tierras de los nórdicos que asaltan las costas. El mercado principal se encuentra al sudeste de la ciudad, cerca del castillo del Duque, y en ese mercado según el día se van vendiendo unos productos u otros. 

Pero, vayas a donde vayas, en Barcelona es casi imposible sentirse solo. Las calles son estrechas y siempre están atestadas de gente que va de un lado a otro, desde mercaderes a caballeros, soldados mercenarios venidos de Italia, vagabundos y panaderos. Los nobles se cruzan a menudo con campesinos y mercaderes y las relaciones entre ellos son más fluidas de lo que son en muchas otras tierras. 

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