La Casa Olivares fue creada en el año 964, como una Casa Condal sobre
los elementos previos de una Casa de Marquesado, bajo vasallaje de la
Casa Cruilles. Pese a que era la línea principal del frente entre sus
señores y los musulmanes en la lucha de la Reconquista, la familia
Olivares pronto demostró que sus intereses no radicaban precisamente en
la guerra.
Por el contrario, aunque luchaban con
pasión y cierta habilidad, no eran los fieros guerreros necesarios para
extender las tierras del Ducado al que pertenecían, necesitando a menudo
apoyo de sus hermanos del norte. Sí que destacaban, por el contrario,
en todas las labores de logística y apoyo que los ejércitos necesitan,
permitiendo que las tropas que pasaban por sus tierras lo hicieran
rápidamente y bien abastecidas.
Todo hubiera
continuado así hasta que los conflictos con la Casa Alba comenzaron. Comenzaron como pequeñas escaramuzas, pero la Casa de Alba finalmente incrementó su apuesta y lanzó una guerra ducal en toda regla ante la pasividad del Rey. Así comenzó la Guerra de los Arados, que devastó el Condado durante treinta años.
Sin embargo, el ascenso de la Casa Medinaceli a
la Corona sería lo que cambiase la situación para siempre, imponiéndole
a la Casa Olivares una independencia con respecto a sus señores de la
Casa Cruilles. Los convertía así en un territorio intermedio entre ambas
Casas, limitando sus posibles conflictos y, con ello, intentando
imponer una paz en el Reino. Los Templarios recibieron tierras en el Sur por invitación del Conde de Olivares y del Rey, a cambio de su juramento de evitar futuros conflictos y garantizar la seguridad de la Casa Condal en caso de que ellos llegasen.
Pese al temor a la posible invasión por norte y
sur, los Olivares se encuentran cómodos con este arreglo. Ahora tienen
tiempo para dedicarse a tareas más pacíficas, como la producción de
alimentos, y la caza, que son mucho más de su agrado, y permanecen así
fuera de los conflictos de las Casas Ducales y sus políticas. Sin
embargo, la falta de un Duque que los proteja directamente al carecer de
vasallaje puede ser tan peligroso como ventajoso.
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