domingo, 21 de octubre de 2012

Historia Resumida: Alarcón

Los Alarcón fueron una de las tres Casas que sobrevivieron a la invasión musulmana del año de Nuestro Señor de 378, encerrados en las montañas del norte. Fue una época complicada para la Casa, que se dividió en pequeños feudos débilmente unidos y, a menudo, enfrentados con los Cruilles. Sin embargo, cuando comenzó la Reconquista bajo bandera Jovellanos, la Casa logró unirse de nuevo, y abandonar sus luchas con los aragoneses, para enfocarse en tomar las tierras llanas del sur y extenderse por Castilla. Su férrea concepción de su deber logró que las viejas rencillas quedasen detrás, y se pusiesen tras el liderazgo del Duque Ernesto "El Inseguro".

Sin embargo, la hora de la Casa Alarcón no llegó hasta que la Casa Jovellanos se hundió desde dentro, casi un siglo después del comienzo de la Reconquista. Eduardo, Duque de la Casa en el momento, observó cómo los miembros de la Casa Real se dividían y enfrentaban entre sí, y esperó pacientemente. Cuando el conflicto llevó a la división de la Casa Jovellanos en dos, y a la formación del Reino de Portugal, Eduardo intervino y forzó a la Casa Jovellanos, debilitada, a que le cediese la Corona si no quería una guerra entre ambas Casas. Así se convirtió en Eduardo II "El Seguro", en referencia a su antecesor, cuya unidad no había sido suficiente.

Desde entonces, la Casa Alarcón guió a las demás Casas en la Reconquista con mano segura y honorable, manteniendo los conflictos entre los cristianos a un mínimo mientras las Taifas eran incapaces de unirse. Se extendió tanto que, eventualmente, debieron dar rango de Ducado a sus vasallos Medinaceli, para que administrasen el amplio territorio del oeste.

Sin embargo, la continua extensión se convirtió en un peso cada vez mayor para la Casa Alarcón, y una continua tensión. Se vieron alejados de la Reconquista, y los mejores guerreros de muchas de sus Casas los abandonaron para luchar en el sur, bajo una bandera nueva que eventualmente sería la de la Casa Alba. Cada vez más agotada, e incapaz de solucionar los problemas, la Corona Alarcón se debilitaba.

El golpe inicial del ataúd lo dio el comienzo de los conflictos entre la Casa Alba y la Casa Cruilles por la posesión de las tierras del Condado de Teruel. Era el año de Nuestro Señor de 1189 y la Reconquista casi había llegado a su fin. Y aunque las Casas acudieron a la Casa Real en busca de una solución, Jorge IV "El Débil" fue incapaz de llevar adelante las negociaciones, y se encerró en sus cacerías y diversiones. Con esto se volvió inevitable la Guerra de los Arados. Eventualmente llevó a la intervención de la Casa Medinaceli, que comenzó a mover peones y vínculos diplomáticos forjados con muchos años. Finalmente, cuando contaba con el apoyo de las demás Casas, los Medinaceli se confrontaron con los Alarcón y exigieron la entrega de la Corona a una Casa capaz de llevar su peso. El honor de los Alarcón estaba en juego, y se dispusieron a la batalla contra sus antiguos vasallos, pero al campo de batalla acudieron tropas de cuatro casas para luchar contra una. Pese a ello, los Alarcón se prepararon a la carga, pero muchas de sus tropas desertaron ante una derrota inminente, y Jorge IV se vio forzado a entregarle la Corona a Pedro III "El Listo" de la Casa Medinaceli. Era el año de Nuestro Señor de 1216, y el comienzo de una nueva era.

Desde entonces, la Casa Alarcón ha sido renuentemente leal a la Corona. Forzados por su honor a obedecer, pero sabiendo que es su derecho la posesión de esa misma Corona, los Alarcón se encuentran divididos en su mismo núcleo de existencia.

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