domingo, 9 de septiembre de 2012

Los Judíos

Los judíos llegaron a Hyspania (que ellos llaman Sefarad) por primera vez durante la época romana, después de la destrucción del Templo en Jerusalen. Desde entonces, y especialmente tras el auge y extensión del islam, los judíos han ido llegando a la península en grandes números, hasta el punto de que probablemente sea el lugar donde más miembros de su etnia se pueden encontrar.

Durante mucho tiempo, han ido construyendo sus comunidades en torno a sus sinagogas, en barrios que se llaman juderías. Normalmente son barrios económicamente muy activos, ya que los judíos son una etnia de mercaderes y banqueros que han sabido hacer fortuna en la Península. Estos barrios son claramente identificables dentro de la arquitectura de las ciudades, aunque no existen muros que los separen del resto.

En estas juderías, tanto en ciudades musulmanas como cristianas, los judíos fueron más o menos aceptados durante mucho tiempo. Al fin y al cabo, Hyspania y Al-Andalus eran tierras de mezcla de todo tipo de culturas y religiones, y varios reyes expresamente protegieron a los judíos. Muchos de ellos incluso se convirtieron en asesores de los nobles en materia económica, especialmente en tierras Cruilles. Sin embargo, el pueblo llano sentía más desconfianza hacia ellos, y siempre circularon numerosas leyendas negras acerca de ellos.

Sin embargo, con el reciente establecimiento de la Inquisición y la aparición cada vez más fuerte de la Casa de Alba, la situación de los judíos se ha ido complicando cada vez más. La Inquisición azuza al pueblo para que culpe a los judíos de sus males, y a los nobles les anima a que tome sus riquezas para su propio beneficio. De momento, los éxitos de la Inquisición han sido limitados, pero muchos dicen que el propio Cardenal Guzmán de Alba, en su continua lucha por buscar culpables, está intentando convencer al Rey de que obligue a los judíos a convertirse al cristianismo o enfrentarse a las hogueras.

Todos estos cambios han hecho que la comunidad judía sea, crecientemente, cada vez más aislacionista, y se encierre cada vez más en sus tradiciones y relaciones internas. Donde antes se daba un sano intercambio entre cristianos y judíos, cada vez lo que se encuentra más es desconocimiento, miedo y desconfianza mutua. Los cuales la Inquisición azuza sin dudar.

La situación aún no ha llegado al punto de que se produzcan cazas de judíos, y muchos aún tienen posiciones de influencia y poder en las cortes de la nobleza, pero cada vez esa situación se vuelve menos frecuente.

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