lunes, 10 de septiembre de 2012

El Santo Oficio

Aunque ya ha cobrado mucha fama, el Santo Oficio es una institución relativamente reciente. Creado en 1214 por el Papa Inocencio II, en gran medida por presión de la Órden Teutona y del Rey de Francia, el Santo Oficio rápidamente se ha extendido por toda la Cristiandad. A Hyspania llegó en 1217, aunque rápidamente se ganó su sobrenombre más famoso: la Inquisición.

En contra de lo que la mayor parte de la gente de Hyspania cree, los agentes de la Inquisición no lo son de modo permanente. Por el contrario, son miembros de las distintas Ordenes Religiosas que, en distintos momentos, deciden comenzar un proceso inquisitoria (osea, de preguntar) para averiguar si el mal anida en el pueblo concreto. Una vez solucionado el proceso concreto, normalmente vuelven a sus órdenes, o buscan iniciar otro proceso en otro lugar donde haya rumores.

Por tanto, no es una estructura permanente, sino que se organiza en Tribunales de la Inquisición que se organizan para procesos concretos o cuando se estima necesario. Estos Tribunales buscan los medios necesarios para conseguir completar sus objetivos, y para conseguir estos medios ha sido clave la figura del Cardenal Guzmán de Alba, quien ha sido el benefactor de muchos de ellos, lo cual le ha dado un enorme poder dentro de la Inquisición. Este ha usado su influencia para asentar los Tribunales lo máximo posible, de modo que ha conseguido que existan ya dos semi-permanentes (uno en Burgos y otro en Toledo) y está abogando por lograr que se instituyan de modo permanente y tengan personal asignado de modo fijo.

En cuanto a la misión del Santo Oficio, en contra de lo que muchos creen, no busca y quema a los musulmanes, judíos o paganos; ellos deben ser convertidos, no quemados. Por el contrario, su objetivo es la caza de brujas, herejes y falsos conversos, osea, aquellos que declarándose cristianos pervienten las enseñanzas de Jesucristo con rituales infernales, o perversiones de su filosofía (como la idea de que Cristo es un ser enteramente divino). Estos resultan una amenaza para la uniformidad del Cristianismo y el poder de la Iglesia, de modo que son el objetivo de la caza por parte del Santo Oficio.

Por supuesto, los métodos para tratar con dichos herejes e infernalistas son los conocidos: la hoguera, la muerte por otros medios igualmente dolorosos, el interrogatorio... es importante hacer notar que en la Edad Media, la única forma de confesión e interrogatorio válidos son los que surgen de la tortura, los demás se considera que son falsos porque es fácil mentir. Es una idea extendida a toda la sociedad, no sólo a la Iglesia, aunque acaso la Inquisición sea la más famosa por el uso de esos métodos.

En cuanto a las ejecuciones, hay que decir que son actos públicos en la mayor parte de los casos, llevados a cabo por verdugos (los monjes no tocan ni hacen daño a la gente ya que va en contra de los preceptos de Cristo, de modo que usan intermediarios). El acto normalmente es considerado como un entretenimiento notorio para la plebe, que ve así claramente el enorme poder de la Iglesia, y el precio que tiene alejarse de la ortodoxia de la fe.

Actualmente, pese a que no es esa su misión, la presión de la Casa de Alba está haciendo que la Inquisición amplíe sus objetivos. Se azuza a los judíos y se buscan a los musulmanes que  puedan quedar en la Península, a los últimos de los cuales se fuerza a la conversión o al destierro. Y cada vez se pone más presión para que igual destino les espere a los seguidores de Yahve.

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