lunes, 7 de mayo de 2012

Castillos: Alarcón

Los castillos de los Alarcón son a menudo la imagen que tiene la gente de Hyspania de lo que debe ser la nobleza. Construidos con piedras amarillentas o grisáceas, se pueden ver normalmente desde cualquier punto de las tierras en las que están construidos y se alzan orgullosos en las llanuras del norte de Castilla.

La planta de los castillos Alarcón es, a semejanza de los Jovellanos, cuadrada. Se disponen normalmente en el centro de los feudos, desde donde controlan las llanuras circundantes, y sus gruesas murallas tienen una muy bonita presencia aunque su piedra no es de la mejor calidad. En las cuatro esquinas de las mismas se suelen alzar torres cuadradas, un piso más altas que las murallas en sí. La puerta de entrada normalmente cuenta con fortificaciones adicionales, así como un rastrillo. Al no contar normalmente con ventajas estratégicas debido al terreno, los castillos Alarcón suelen contar con fosos a su alrededor para contar con algo de ventaja adicional, lo cual suele implicar que cuenten también con puentes levadizos aunque hay ocasiones en que son fijos.

Tras las murallas se encuentra el patio central. Gracias al amplio terreno que ofrecen las llanuras, los patios de los castillos Alarcón suelen ser especialmente grandes, y contar con barracones, armerías y otros edificios militares para las tropas acantonadas. Raramente cuentan con iglesias y edificios civiles, excepción hecha para los armeros que mantienen las armas del castillo en buen estado.

En el centro del castillo se suele encontrar el castillo principal, normalmente bastante bajo y organizado de una manera bastante dinámica. En ellos prima la utilidad a la eficacia normalmente, ya que los Alarcón consideran que si han perdido las murallas el castillo caerá inevitablemente. Por eso consideran que el edificio central es un lugar donde vivir, con salones, salas donde conversar o descansar, etc. Suelen contar con alfombras así como tapices para decorar las paredes, y son tradicionales las grandes chimeneas decoradas con estatuas de piedra de animales próximos a la Casa local. Normalmente, todas las entradas al castillo, así como numerosos salones interiores, cuentan con el escudo de la Casa gravado en relieve. Estos edificios centrales no suelen contar con torres del homenaje, ya que son incómodas para vivir en ellas, aunque los castillos más grandes pueden contar con ellas para demostrar posición y status o simplemente por gusto de sus constructores.

Sin lugar a dudas, el castillo más célebre del Ducado es la Guarida de la Medianoche, llamado así por encontrarse a la sombra de los picos del norte. No es el más grande, el más invulnerable, ni el más impresionante de los castillos Alarcón, sino el más antiguo. La leyenda dice que fue aquí, en el Castillo de la Casa de Ruano, donde los Alarcón se refugiaron cuando Burgos cayó ante los árabes. Y es, desde luego, un castillo bastante atípico.

Apretado en un valle pequeño, su forma triangular llama la atención desde el primer momento. Su foso es profundo y siempre se encuentra lleno de agua de lluvia, lo cual arranca reflejos del borde inferior de las oscuras murallas del castillo. El puente, que algunos señalan que construyeron los propios romanos, es de piedra y no se puede recoger, sino que cruza permanentemente el foso con su suelo adoquinado.

El patio interior, de corte triangular, es bastante incómodo de usar por su disposición. En el vértice norte se encuentra la fragua y, a su lado, una armería pequeña pero bien provista. En el oeste se encuentran los establos, actualmente prácticamente vacíos. Y en el sud-este se encuentran los barracones de las tropas, un edificio bajo y achaparrado que parece querer ocultarse del sol. El edificio central es lo más Alarcón del conjunto, ya que aunque posee una peculiar planta irregular para adaptarse al territorio, si que se encuentra diseñado en su interior para maximizar la comodidad. Diversos salones se distribuyen por la planta baja, mientras la que se encuentra encima se destina a los dormitorios de los ocupantes del castillo.

Pese a su historia y buena construcción, la Guarida de la Medianoche no puede dejar de transmitir cierta sensación de desolación. Largas sombras se proyectan sobre el castillo durante todo el día, causadas por las montañas circundantes, y la otrora viva e influyente Casa de Ruano hace tiempo que ha pasado por su momento álgido. Actualmente, la herrería se encuentra cerrada la mayor parte de los días, la armería desatendida, los barracones a penas tienen tropas acuarteladas, y los establos están mal abastecidos. Incluso el interior del edificio principal transmite esa sensación por la falta de un adecuado servicio, y lo abandonadas que se encuentran muchas de las habitaciones.

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