viernes, 2 de junio de 2017

Evento: 2 de abril de 1294

Aviso: este post es un post sobre eventos del mundo, se recomienda que no sea leído si se planea jugar en Hyspania en lugar de dirigirlo.

Siguiendo a los hechos del día anterior en Toledo, y siendo como es domingo, el Cardenal Jordi de Cruilles se dirige a la gente reunida en la Catedral. Su mensaje se resume en el pasaje "al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios" señalando que en asuntos eclesiásticos no debe interferir la nobleza pero tampoco a la inversa. Sorprende la llegada a mitad del oficio del Arzobispo de Toledo Guzmán de Alba, el cual se quedará en la catedral junto al Cardenal Ildefonso de Alarcón y el Cardenal de Cruilles después del final de la misa para participar en un debate largo y agitado en privado.

Cuando por la tarde se reune de nuevo el Concilio Real, muchas piezas se han movido en el tablero, como ejemplifica el Arzobispo al tomar la palabra. En contra de lo esperado, no habla sobre el casus belli sino sobre la necesidad de cristianizar de una vez Hyspania, empezando por el sur; siguiendo su estilo vehemente y poco formal, defiende públicamente que ha llegado la hora de forzar a la conversión al cristianismo a todos los infieles musulmanes que quedan en lo que otrora fuera la región de Granada y en general en las tierras Alba. Siguiendo ese giro, sorprende a todos que el Cardenal de Cruilles apoye la petición del Arzobispo incluso aceptando como legítimo el casus belli, al igual que lo hace el Cardenal de Alarcón. Con la Iglesia unificada de nuevo, el Rey accede a la petición y cuando le piden tropas para garantizar que los tribunales de la Inquisición que van a asegurar la conversión se encuentran con pocos problemas, no tiene fallo en entregar esa misión a la Orden del Temple, de modo que así pueda ser de nuevo útil en la labor cristianizadora y a ojos de la Corona, tras su caída en desgracia en Francia y ante el Papa. 

Para aquellos muy avezados en la Corte real o en asuntos eclesiásticos (o los que saquen un buen chequeo de lógica) lo que ha ocurrido es que en el tablero eclesiástico se han intercambiado caballos. La Orden Dominica, a la que pertenece el Cardenal de Cruilles, es el principal bastión de la Inquisición, de modo que al ganar poder este organismo novedoso también lo gana la orden, cimentando su posición en su conflicto con los Jesuitas del Cardenal de Alarcón; a cambio de este crecimiento en poder de los dominicos, los Alarcón se llevan el casus belli para una guerra que de todas formas ya estaba más que iniciada y no se iba a detener. Los Alarcón salen así ganando en el tablero de la nobleza, los Cruilles en el de la Iglesia. Y el Arzobispo de Alba, la principal cabeza de la Inquisición en Hyspania, sale ganando sin perder nada. 

Sentenciada la disputa eclesiástica y la nobiliaria, la Corte permanece reunida el resto de la tarde siendo el único evento destacable que Jimena de Vallehermoso logra poner en evidencia al Cardenal de Cruilles por su pronta traición a su hermano; algo que le vale duras palabras tanto del Cardenal como del Arzobispo de Alba pero también el apoyo de la madre del Rey Eloisa de Alba, que la invita a cenar a su habitación esa noche y, a partir de entonces, le muestra cierto cariño y cercanía.

Cerrados los asuntos de la Corte, el Rey anuncia que se tomará unos días libres para cazar y meditar sobre todo lo ocurrido.


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