En este sábado en Málaga comienza la boda del Guardián del Sur, Arévalo de Yañez, con Elvira de Medina-Sidonia, la hija pequeña de la familia condal. Sin embargo, la alegría del día pronto se truncará cuando un templario de paso avista un bajel del Sultanato, avivando los insistentes rumores que desde hace meses corren acerca de una invasión morisca. Con las nuevas un guardia de la ciudad corrre a la catedral donde se está produciendo el matrimonio y rápidamente avisa de lo que ha visto en el puerto; aunque algunos nobles insisten en que se cancele la boda y se preparen las defensas de la ciudad, el Guardián del Sur se niega y señala que la boda tendrá lugar de todas formas. Entre agrias amenazas y palabras, Buenaventura de Vallehermoso se aproxima al Guardián y, ante la multitud reunida, mata a la futura esposa Elvira, cancelando con ello la boda.
Por segunda vez en menos de un año, las espadas salen de sus vainas en la catedral de Málaga y la sangre corre a medida que caballeros de las distintas Casas corren a defender a unos u a otros. En el medio del caos, una lámpara de la Catedral se estrella encima del combate, creando aún más confusión mientras las damas y los niños corren a abandonar el lugar. En el combate las muertes se suceden, cayendo caballeros destacados como los dos hermanos Medina-Sidonia que se disputaban el título de Conde (Guzmán y Gaspar), así como el Señor de la Casa Vallehermoso y el propio Guardián del Sur. Con la ciudad convertida en un caos por el combate, y numerosos muertos, los nobles de las distintas Casas la abandonan para rápidamente regresar a sus feudos.
Mientras tanto, en el norte, la Casa de Osorio ha dejado a casitodos sus caballeros atrás, sin ir a la boda. La razón para ello es que, aprovechando la ausencia de los Vallehermoso que han ido a los esponsorios, sus caballeros entran en tierras de sus enemigos al poco de que estos las abandonen para ir a Málaga y proceden a matar y saquear las granjas y el poblado, matando a numerosos caballeros que permanecían en el feudo así como a los campesinos que no logran resguardarse en el castillo o en el convento. Para cuando los Vallehermoso regresan unos días después de la boda, las tierras han sido ya abandonadas y arrasadas en buena medida por los Osorio.
Esto, unido a la carencia de Condes y control central hace que las distintas Casas del Condado vayan dedicando los siguientes días a evaluar la situación y, eventualmente, irán convocando a levas a sus ejércitos.
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