martes, 3 de mayo de 2016

Los matrimonios en la nobleza

Entre la nobleza hyspana, como en toda la cristiandad, el papel de los matrimonios es central en la diplomacia de las Casas. La razón principal de esto es que, normalmente, son empleados como modo de cimentar alianzas sólidas entre Casas distintas, sean enemigas o aliadas, durante las cuales la hija de una de las Casas la abandona para ir a vivir a la otra (aunque no necesariamente abandona su apellido, de hecho, las hyspanas raramente lo abandonan). Esto abre la puerta a tener una espía en el interior de la otra Casa para uno de los lados de la ecuación, al mismo tiempo que la otra Casa tiene una rehén obtenida de modo diplomático y amigable.

El resultado es que, sobre esta relación de comunicación se pueden tejer redes sólidas de alianzas para el futuro, porque raramente una Casa atacará a otra con la que tiene un matrimonio cruzado, bien porque la víctima vaya a ser avisada con antelación (si la que ataca es la Casa del marido a la de la esposa) o bien porque van a perder a un familiar importante, a mayores de la dote monetaria que hayan dado (en el otro caso).

Y ese es otro elemento importante de la política matrimonial: las familias de la esposa deben dar cuantiosas dotes a las familias de los maridos para consolidar este casamiento. Las dotes son muy importantes en la economía de las Casas y pueden servir para pagar guerras y ejércitos en casos de necesidad o conseguir otras mejoras para la Casa. Por supuesto, las dotes son más cuantiosas entre la realeza que entre los marquesados, pero en todos casos la cantidad que se transfiere de una Casa a otra es importante.

Por todas estas razones, la política matrimonial puede decidir el destino de una Casa. Una buena política de casamientos puede llevar a alianzas y fusiones entre Casas dispares, una mala puede llevar a la ruina y la desaparición de una Casa. Esto hace que la política matrimonial no responda normalmente a los ideales del amor cortés, si no a los del pragmatismo y necesidad política. Por ello, la voz cantante a la hora de concertar matrimonios es la del Señor de la Casa, seguida normalmente por la voz de su esposa que es la que normalmente sabe qué se cuece en las Cortes del Amor (donde, normalmente, entre gestas y poemas, las mujeres hacen una complicada política en torno a matrimonios y amoríos). La persona que se casa, sea hijo o hija, raramente tiene la capacidad de cambiar lo que los mayores le han escogido.

Es tan central la política matrimonial de una Casa, que a menudo los matrimonios se concertan con antelación amplia a la boda en si, ocasionalmente incluso cuando los que se van a casar son apenas niños. Esto permite construir y consolidar la alianza primero de una forma más laxa (aún no hay que pagar la dote, ni hay rehén ni espía) que permita construir una relación de confianza que se afiance posteriormente con el matrimonio.

1 comentario:

  1. En términos de reglas, la dote tiene un Coste que depende del rango de la Casa que envía/recibe a la prometida. Normalmente, ambas Casas son del mismo rango por lo cual no hay diferencia, pero en caso de que no lo sean, la cuantía de la dote depende principalmente de la familia que la recibe, de modo que una Casa condal que case a su hija con una Casa ducal normalmente paga una dote de escala ducal; como a menudo los matrimonios entre distintos niveles de la jerarquía implican que el marido futuro en realidad es alguien menor dentro de su Casa, ocasionalmente se acepta una dote menor.

    -Entre Casas de rango Real, la dote son 5 puntos de Riqueza de la Casa.
    -Entre Casas de rango Ducal, la dote son 3 puntos de Riqueza de la Casa.
    -Entre Casas de rango Condal, la dote son 2 puntos de Riqueza de la Casa.
    -Entre Casas de rango Marquesal, la dote es 1 punto de Riqueza de la Casa.

    La Casa que paga la dote reduce así su atributo de Riqueza y la Casa que la recibe lo incrementa. Ambas Casas pueden decidir usar este cambio como su chequeo de Vicisitudes de la Casa de ese mes si quieren.

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