domingo, 22 de diciembre de 2013

Leyes: Sexualidad

Según la doctrina establecida por la Iglesia desde hace siglos, el placer del cuerpo es pecado de la carne, lujuria encarnada. El sexo, por tanto, sólo tiene cabida en el interior de la relación del santo matrimonio, cuyo sacramento purifica este acto impuro de modo que queda prístino a ojos del Señor, siempre y cuando se haga para tener descendencia. Así, la pureza de los hyspanos debe ser defendida de manera similar a la de vuestros propios francos, Majestad, y la encargada de velar por esa pureza es la Santa Madre Iglesia a través del Santo Oficio.

El modo en que procede el Tribunal es el similar a otros casos: cuando se detecta (a través de confesiones, o delaciones) el Tribunal se lleva al preso hasta obtener de él la confesión por sus pecados y, en un Auto de Fé, impone su sentencia en público para ejemplo de la comunidad. Así se introduce el miedo al Altísimo en los corazones de los Hyspanos, y he de decir que la Inquisición hyspana es, en este sentido, algo más activa que la nuestra francesa, donde la lujuria campa con más facilidad.

El pecado más grave que se puede cometer en este campo es el de la sodomía, por ser al mismo tiempo antinatural y claramente obedecer únicamente a la búsqueda del placer prohibido e impuro del cuerpo. Dos hombres o dos mujeres son igualmente corruptos, y ambos merecen el mismo final: tras la humillación pública durante el Auto de Fé, se los ahorca y deja sus cuerpos en exibición durante días. De modo que los sodomitas hyspanos deben ser especialmente cuidadosos para no ser descubiertos, y en más de una ocasión ha sido utilizada esta amenaza como medio de eliminar a potenciales competidores tanto entre la nobleza como entre los celos del pueblo llano.

La infidelidad, por supuesto, también es pecado, por cuanto es la caída en los placeres de la carne sin razón reproductora y fuera de los votos del sacramento. Sin embargo, en este caso, la pena no es tan grave ya que, al menos, siguen la naturaleza establecida. Las penas varían en este caso, dependiendo de la cantidad de veces y otros agravantes que puedan darse y normalmente incluyen la humillación pública durante el auto de fé, así como la humillación posterior (normalmente, obligando a los culpables a llevar ropas especiales que indiquen su condición de infieles), aunque puede incluir también latigazos, o la confiscación de bienes en algunos casos especialmente graves.

Es importante señalar, sin embargo, que la infidelidad en realidad sólo está perseguida entre el pueblo llano. La nobleza no se casa por amor sino por política, a menudo con gran diferencia de edad entre ambos miembros del matrimonio, de modo que se entiende como algo normal que se produzcan estos deslices. Al fin y al cabo, el propio amor cortés que los hyspanos nos han copiado a menudo trata sobre de un caballero seduciendo a una dama casada. Lo principal en estos casos, pues, tanto para caballeros como para damas, es la discreción, que los hechos no sean difundidos públicamente, o sino los culpables pronto se verán protagonistas de las cantigas de escarnio, y las chanzas y burlas de los demás y del pueblo. Sin embargo, esto todo no quita que, técnicamente, la infidelidad es tan delito para la nobleza como para el pueblo, de modo que en raras ocasiones si que ha sido usada como medio de dañar la posición política de Casas rivales o de pretendientes a los cargos que un noble deseaba.

Finalmente, el resto de desviaciones de la sexualidad suponen normalmente penas más suaves, o incluso ninguna. Como mucho, quizás la humillación pública bien en el Auto de Fé o por convertirse en habladurías extendidas, pero generalmente poco más.

1 comentario:

  1. Nota muy importante: este es un post dentro de personaje, como todos los de trasfondo, y en ninguna manera representa realmente mi interpretación de las cosas ni debería ser la de nadie con una mentalidad digna del siglo XXI en el que vivimos y no el de alguien del siglo XV.

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