viernes, 16 de agosto de 2013

Cardenales en Hyspania

Como sabe su Majestad, hasta el Año de Nuestro Señor de 1098, todos los Cardenales que el Papa nombraba permanecían con él en la Curia, el órgano de gobierno de los Estados Papales. Sin embargo, tras el Cisma de los Dos Papas que dividió a la Cristiandad en aquella época, numerosos de los Cardenales nombrados por el Papa de Reims, Pedro VI, se negaron a regresar a Roma sospechando que sus vidas podían correr peligro al reintegrarse en la Curia del Papa opositor.

Así es como, por primera vez, en el Reino de vuestros ancestros, se creó la figura del Cardenal que no va a la Curia. El Reino de Hyspania tiene Cardenales de este estilo a partir del año 1132, en clara imitación de la Gran Francia. En la actualidad, son tres: el Cardenal Ildefonso Alarcón, el Cardenal Leovigildo de Jovellanos, y el Cardenal Jordi de Cruilles. Y sus estatutos son dobles, al igual que en el caso de los Cardenales que se encuentran en Francia, o en las tierras del Sacro Imperio Romano Germano.

Si visitan o se mudan a Roma tienen los derechos completos de los Cardenales, lo cual incluye no sólo el alojamiento en el Vaticano, sino también cierto grado de influencia en su funcionamiento. Sin embargo, si algo he aprendido en mis viajes es que la mayor despensa de víboras e intrigas es la ciudad de San Pedro, y los Cardenales de fuera generalmente no saben cómo moverse bien entre ellas: carecen de influencia real, contactos sólidos, amigos, y redes de favores debidos. Así que, aunque en posición posean la misma que la de los demás Cardenales, a la hora de la verdad esto raramente es así.

Por otro lado, dentro del propio Reino funcionan normalmente como Arzobispos, y comparten la posición con ellos como administradores de las propiedades de la Iglesia en un territorio amplio, normalmente del tamaño de un Ducado. Suelen sentarse en las catedrales principales, y controlar vastas burocracias de poder eclesiástico, como el resto de Arzobispos.

Esta duplicidad de funciones y posiciones hace que los Cardenales tengan dos caras. Dentro del Reino son las caras principales de la Iglesia aunque a nivel similar al de los Arzobispos, quienes en teoría deberían ser sus inferiores. Pero también poseen influencia en el Papado. De modo que, cuando el Rey o la Iglesia necesitan que el Papa tome una decisión, generalmente son los Cardenales los que son enviados a tratar el tema, ya que su capacidad de maniobra es mayor.

De entre todos, no es sorprendente que Jordi de Cruilles, quien lleva años acumulando influencia en Toledo hasta convertirse en Confesor Real, sea el que ha sido enviado en más ocasiones a Roma y, por ello, posea una mayor influencia y red de contactos en el palacio papal. Es una cara que raramente muestra a los demás, y sin embargo, puede ser muy útil en caso de ser necesaria.

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