sábado, 23 de marzo de 2013

La Conjura de Gredos

En el año de Nuestro Señor de 1080, se produjo la mayor conjura o alzamiento contra un Rey que se ha producido en la historia de Hyspania. Había sido un año complicado, con un clima bastante adverso que había hecho que numerosos cultivos se perdiesen, y con ello los ánimos estaban tensos. Los campesinos comenzaban a hacer acopio de alimentos para el que se esperaba que fuese un invierno muy duro.

Sin embargo, nada de esto importó al impopular y temido Rey Rodrigo II, ya entonces conocido como "El Cruel". Uno de los líderes musulmanes de las taifas que existían al sur de sus tierras, en las cercanías de Toledo, había ofendido a su honor cuando se había negado a pagar los impuestos derivados de su vasallaje, y Rodrigo II había decidido que debía escarmentarlo para que otros no decidiesen imitarle. Y la única forma de escarmiento que el Rey consideraba apropiada era la ejecución.

Por lo tanto, hacía falta dinero y víveres para organizar un ejército que pudiese marchar a las tierras de las taifas y enseñarle humildad al irreverente líder. Sin embargo, Su Majestad carecía de esos fondos, y la única forma que tenía de obtenerlos era mediante una subida de impuestos, en un año ya complicado de por si.

La subida, inevitablemente, causó conflictos por todo el Reino. Los campesinos temían no ser capaces de sobrevivir al invierno cuando llegasen, y los Señores temían que la decisión del Rey llevase al alzamiento de los campesinos por todas las tierras. Rodrigo II desoyó a todos, y a las Cortes de Valladolid para anunciar la subida de impuestos y solicitar un préstamo de los ricos judíos. Sin embargo, el anuncio del aumento de los impuestos enfureció a los miembros del estamento llano, que se negaron a realizar el préstamo al Rey y amenazaron con abandonar las Cortes. Confiaban que esta demostración de fuerza hiciese que el Rodrigo II se sentase a negociar con ellos, y aceptase recibir el préstamo sin el aumento de los impuestos. Sin embargo, Su Majestad lo vio como una afrenta a su honor, e hizo que todos los miembros del estamento llano fuesen ahorcados por traición a la Corona, y sus bienes incautados para sufragar la guerra. Y la subida de impuestos permanecía.

A medida que se aproximaba la época de la siega, y con ello el pago de los impuestos, el ambiente se enrarecía y complicaba. Los Señores sabían que sus campesinos probablemente no sobrevivirían al invierno con esos impuestos, no si no era un invierno especialmente suave, y eso implicaba problemas de todo tipo. Así fue que, el 7 de Agosto de ese año, numerosos jóvenes de varias Casas nobiliarias Alarcón, se reunieron en Gredos en secreto, fuera de las tierras de su Casa. Ellos se sentían especialmente responsables de que el Rey, el líder de su Casa, fuese tan cruel con sus vasallos, y decidieron que había que solucionarlo. Y, tras catorce años de cruel reinado, la única forma de solventar la situación era con la muerte del Rey.

Reunieron sus armas y equipos, prepararon el terreno, descubrieron dónde iba a estar el Rey las siguientes semanas, y buscaron el momento en que sería más vulnerable. Eran conscientes de que se deshonrarían al alzarse en armas contra su Señor, y les dolía profundamente, pero creían que el fracaso a la hora de gobernar apropiadamente los deshonraría igualmente. Así que lo dispusieron todo, sabiendo que el fracaso supondría costes muy graves para sus Casas.

La historia, Majestad, es contradictoria a partir de aquí. Algunos cuentan que uno de los caballeros conjurados delató a sus compañeros para evitar el castigo a su Casa o para conseguir el favor real; otros que fue la simple mala suerte; otros que la Providencia decidió que el precio por la deshonra era el fracaso.

Sea como fuere, el 15 de Agosto, los conjurados atacaron al Rey cuando este abandonaba la ciudad de Burgos. Lo atacaron en el camino, lanzándose ferozmente contra los guardias que protegían la comitiva. El combate fue feroz pero, al final, sobre el polvo yacían los cuerpos de los atacantes al lado de los defensores, y el Rey era el único que permanecía en pie, con su espada ensangrentada. Fuera por la razón que fuese, la conjura había fallado.

Es la ocasión, en la historia de Hyspania, que un levantamiento ha estado más cerca de terminar con la vida de un Rey, y es algo que aún hoy en día se menciona. Porque todo el mundo sabe que, si bien Gredos fracasó, si los reyes vuelven a llevar a la población al extremo en que la llevó Rodrigo II y, en menor medida, su hijo Alfonso VIII puede volver a darse una nueva conjura, un alzamiento no protagonizado por los villanos mal preparados, sino por caballeros que saben lo que hacen. Y puede que, la próxima vez, no fracasen.

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