La Casa Alba es la más reciente de las Casas Ducales, creada para los
últimos impulsos de la Reconquista. Cuando ya la mayor parte de las
Casas se encontraban demasiado lejos, muchos de sus hijos más jovenes y
miembros de menor rango partieron a luchar en el sur, bien por su
fanatismo, por su ambición de conseguir tierras... o por ser demasiado
problemáticos para sus parientes en el norte. Organizaron sus ejércitos
sobre la marcha y conquistaron a unos musulmanes ya en caos y
desorganización. Y con sus victorias, les fueron otorgando las tierras
conquistadas, al principio como pequeños marquesados, y poco a poco como
feudos mayores. Finalmente, en el año 1155, después de una batalla
especialmente sangrienta, el Rey Jorge I "El Lóngevo" otorgó a la Casa Alba el rango de Casa Ducal, fruto de amenazas, logros y luchas con las demás en corte.
La
Reconquista ya estaba casi completa para entonces, lo cual permitió que
la Casa, tras unos pocos años para asentarse, se volviese en busca de
nuevas tierras. El objetivo lo tomó en las tierras del sur de la Casa
Cruilles, y lentamente fueron escalando los conflictos en esa zona al
ver que sus rivales no estaban dispuestos a ceder. Fue solicitada la
intervención del Rey en numerosas ocasiones por parte de los norteños,
pero no lo hacía, y la Casa Alba aprovechó eso para volverse más audaz
en sus asaltos. El cambio de Rey, sin embargo, sólo solucionó el
problema a medias, al declarar la zona que los Alba ambicionaban como
territorio independiente bajo protección Real; y poco después,
Templaria. Eso obligó a que la Casa Alba buscase un nuevo enemigo, y
aunque ha tratado en numerosas ocasiones de convencer a las demás Casas
de que hay que llevar la guerra a territorio enemigo, ha fracasado
siempre en su empeño. Lo cual sólo ha logrado que la Casa, siempre
débilmente unida, se vuelva contra sí misma, desperdiciando así su
enorme capacidad militar.
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