domingo, 9 de septiembre de 2012

Personaje: Juan de Jovellanos

Juan de Jovellanos (Xoan entre los miembros de su Casa) nació un raro día soleado de diciembre del año 1235, hermano pequeño del actual Duque de la Casa Manuel de Jovellanos. Al ser el tercer hermano, su destino pronto estuvo vinculado a la guerra y la religión, pues sabía desde pequeño que le correspondería unirse a las órdenes militares. En su caso, como miembro de la Casa Jovellanos, a la Orden de Santiago.

Sin embargo, no era un destino que le gustase. Él quería coger la espada y olvidar la religión, ser un guerrero sin más consideraciones que eliminar a los musulmanes que todavía ocupaban Granada. Así fue que a los trece años huyó de casa con destino al sur. Quería unirse a algún caballero como escudero, a algún noble Alba que lo llevase a la guerra. Y, en cierto modo, así fue.

Leonardo de Alba era uno de los primos distantes del Duque de su Casa, y se sorprendió de ver al joven vagar sin rumbo con sus buenas ropas y portando una espada. Había llegado hasta Córdoba escondiéndose y viajando por las noches, cazando cuando podía y pasando hambre cuando no. Leonardo lo tomó como una señal divina que hubiese logrado evitar a bandidos y demás ralea que poblaba la campiña de Hyspania, y lo tomó bajo su ala, no sin antes avisar a su padre por carta.

Durante los siguientes años, Juan fue el escudero de Leonardo, que le enseñó las formas adecuadas para un caballero tanto en la guerra como fuera de ella. No era un hombre culto ni civilizado, pero enseñó al joven a matar, a sobrevivir, y a rezar. Irónicamente, no fueron las lecciones de su madre las que llevaron a Juan a la Iglesia, sino la verdadera fe de Leonardo en que había sido un milagro que llegase sano y salvo hasta él, habiendo atravesado toda la península.

A los dieciocho años, Juan se armó caballero según el rito de la Casa de Alba, y aún permaneció con ellos hasta los veinticuatro años. Luchó en numerosas escaramuzas y batallas algo mayores, y mató a numerosos infieles, e incluso a algún cristiano que osó desafiarlo. Sin embargo, en su vigesimocuarto cumpleaños, su hermano Manuel se presentó en Córdoba. Tuvieron una agitada discusión sobre el deber y la fe, sobre el servicio y la Casa. Y otra cada día durante la siguiente semana. Al final, Ambos regresaron juntos al norte.

Así fue como, en navidades de 1259, Juan se unía a la Orden de Santiago. Desde entonces, y durante muchos años, ha servido en ella. Aunque la vida en el interior de la misma no le gusta demasiado, de modo que probablemente es uno de los caballeros que más patrullas por los caminos ha hecho. Así fue como conoció en 1262 a Laura de Osuna, hermana del Conde de Coruña, con la que contraería matrimonio dos años más tarde. Ella se mudó a vivir con él en una casa mucho más humilde al castillo del Conde al que estaba habituada, y desde entonces ha servido para mantenerlo centrado en sus deberes como miembro de la Orden y de su Casa.

Sirvió en su Orden con honor y deber, eso nadie lo duda, y finalmente en 1281 fue nombrado Maestre de la misma. Algunos sugieren que se debe a su posición familiar y no a su habilidad o deber, pero él siempre lo niega. Tampoco es un título que le guste demasiado. Pero le dio la ocasión de dirigir una unidad de caballeros durante la conquista de Granada, algo que considera probablemente el momento más importante de su vida, junto con los correspondientes momentos clave familiares.

Desde entonces ha tenido una vida más tranquila. Se considera un caballero más que un político o un hombre de fe. Por eso le sorprendió enormemente que su hermano lo nombrase el miembro de su Casa que ocupase el asiento de Secretario Real a finales de 1293. Así que se ha trasladado a Toledo con su familia, dispuesto a cumplir con su deber gracias a la guía de su esposa.

Aspecto: Juan es un hombre grande, de anchas espaldas y brazos fuertes. Su cara está morena por la gran cantidad de tiempo que pasa al aire libre cabalgando por las carreteras del Camino de Santiago, y sus manos están curtidas por el uso de la espada. Sin embargo, los años no pasan en balde, de modo que su cara está surcada por arrugas y su pelo escasea y se encuentra mayoritariamente encanecido, cortado corto para no estorbar bajo el casco. Sus ojos son de un tono azul oscuro, y se asoman por encima de una nariz aguileña, observando el mundo alrededor como si siempre estuviese en el campo de batalla.

Status: 8, como corresponde a un miembro del Concilio del Rey.

Personalidad: Juan se ve a si mismo como un soldado, y es una buena apreciación. Se comporta como se espera de un Caballero, con obediencia y sin apego a los bienes físicos, pero con la marcialidad que ha aprendido de los Alba. Raramente parece decidir definitivamente por un asunto que no sea marcial, y muchos le consideran el epítome del no saberse si se sube o se baja.

Virtud: Lealtad

Vicio: Rebeldía

Política:
Juan sabe que la política no es lo suyo, pero que su hermano lo necesita en su actual posición: debe ser los oídos y los ojos de los Jovellanos en la corte y en Toledo. Debe vigilar los movimientos de tropas, los despliegues, los conflictos, porque los ejércitos se mueven y él es el mejor para vigilarlo. Y la red de Caballeros de Santiago lo mantienen puntualmente informado de todo lo que ven.

Familia Relevante:
-Laura de Osuna: su esposa, de 41 años, es la única persona capaz de mantenerlo centrado en sus deberes y posición, y muchos la consideran una de las damas más inteligentes e influyentes de Hyspania.
 -Ana de Jovellanos: su hija mayor, de 29 años, es la esposa del Conde de Pontevedra, y muchos la consideran la viva imagen de su madre.
-Felipe de Jovellanos: su segundo hijo, de 27 años, no va a heredar mucho, de modo que se esperaba que se esforzase para lograr algo por si mismo. Sin embargo, no parece que ese vaya a ser el camino que tome, y sus riñas con sus padres son numerosas por eso.

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