lunes, 2 de abril de 2012

Leyes: Penas, Ejecuciones y Castigos

En Hyspania, la pena por muchos delitos es la ejecución: asesinato, conspiración, traición, robos mayores, homosexualidad, etc. Incluso, a veces, son usadas como escarmiento o como medio de infundir temor en el enemigo o en los aliados. Sin embargo, el castigo no es únicamente la muerte, sino el modo en que esta es llevado a cabo.

Cuando un noble comete un delito lo suficientemente grave, lo normal es someterlo al garrote vil, o lo que es lo mismo, que le corten la cabeza públicamente. Tras esto, su cuerpo es enterrado en suelo sagrado, normalmente con el resto de la familia, pues su muerte habrá limpiado (normalmente) la vergüenza que los demás deben sentir ante el acto cometido.

A los campesinos, normalmente se los cuelga y deja su cuerpo balanceándose en la soga durante un tiempo para servir de ejemplo. En casos más graves, se procede a la crucifixión, aunque es un modo cada vez menos frecuente porque a la Iglesia le preocupa que se use el mismo modo de ejecución que llevó a la muerte de Jesús. Sea como sea, normalmente son enterrados fuera de suelo sagrado igual que a los suicidas, de modo que la entrada al Cielo les es denegada.

La Iglesia, por su parte, normalmente ofrece muertes relativamente piadosas a aquellos herejes que caen en sus manos y que admiten sus faltas. Normalmente son colgados tras admitir públicamente su herejía. Sin embargo, aquellos que se niegan a admitirla incluso tras la tortura se suelen enfrentar a la temida hoguera o a la tortura pública hasta la confesión. Aquellos purificados por la confesión reciben la extremaución y son enterrados en tierra sagrada al haber sido limpiados del pecado, los que no lo hacen son enterrados fuera de la misma pues su camino al Infierno es seguro.

Junto a estas ejecuciones, existen otras mucho menos practicadas, que se suelen emplear en momentos concretos. Por ejemplo, si se quiere enviar un mensaje a distintas regiones, lo normal es proceder al desmembramiento público. Y Señores especialmente crueles e imaginativos han practicado otras modalidades como la tortura pública, la muerte por inanición colgados de una jaula, o métodos más originales y desagradables.

Sea como sea, el castigo público es visto como un entretenimiento por la mayor parte de los habitantes de Hyspania, así como una lección sobre moral, y a menudo va precedido por discursos de nobles y eclesiastas si el caso es suficientemente importante.

Para aquellos casos en que no es necesario llegar a la ejecución, existen otras variantes. La más habitual es colocar encadenado al culpable en un lugar público donde todo el mundo pueda ver su falta y burlarse de él durante un tiempo, al final del cual es liberado. Esta deshonra es muy dolorosa emocionalmente para el reo, que a partir de entonces suele ser tratado de una manera muy despectiva por los demás habitantes del feudo. Para aquellos que probablemente viajen, como los mercaderes, lo normal consiste en marcarlos en la frente con fuego, de modo que todo el mundo esté precavido sobre su crimen. También existen castigos corporales, como los latigazos (que a más de uno han llevado a la muerte) o la amputación de miembros (normalmente una mano).

A menudo, los caballeros reciben también la alternativa de ejecutar algún tipo de gesta para compensar el daño causado, que limpia su honor. Por su parte, la Iglesia en ocasiones condena a la gente a llevar adelante una peregrinación forzosa a alguno de las Ciudades Santas (Santiago, Roma o Jerusalén) para expiar allí sus pecados.

Finalmente, usada muy poco a menudo, existe la prisión. En Hyspania, no se entiende la prisión como un lugar de castigo, sino como un lugar de encierro a la espera de otro destino (normalmente un juicio y castigo públicos), pero en ocasiones es usada cuando no se puede ejecutar a alguien por motivos políticos. Así, esposas ya no deseadas, o nobles importantes han visto sus días languidecer en calabozos y torres por Hyspania, a la espera de que la situación cambie a mejor y sean liberados.

Un caso concreto y habitual de esto es la práctica de los rescates, según la cual un caballero derrotado en batalla pero no muerto es encerrado en un calabozo a la espera de que la familia o quien sea pague un rescate para ver al mismo regresado a ellos. Es una práctica muy extendida por todo el mundo conocido, y no se considera deshonroso ni mantener gente arrestada, ni haberlo sido y liberado por rescate.

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